El clásico código de barras, que ha sido un estándar en los envases de productos durante décadas, podría pronto ser reemplazado por el código QR como nuevo estándar global en el sector retail.
La organización internacional GS1, responsable de regular el uso de los códigos de barras, anunció un ambicioso plan: para finales de 2027, todos los minoristas deberán estar preparados para usar los códigos QR en sus sistemas de lectura.
Según Renaud de Barbuat, presidente y CEO de GS1, esta transición ya está en marcha y representa un importante avance. “El objetivo es garantizar que, para 2027, los nuevos códigos puedan ser leídos en cualquier parte del mundo. Aunque la adaptación de los sistemas en los puntos de venta implica ciertos costos, los beneficios tanto para los consumidores como para las empresas son evidentes,” subrayó.
Los códigos QR ofrecen numerosas ventajas en comparación con los tradicionales códigos de barras. Además de identificar los productos, pueden incluir información detallada como fechas de caducidad, lista de ingredientes, alérgenos, instrucciones de uso y precios. Este nivel de transparencia ayuda a los minoristas a gestionar mejor el inventario y reducir el desperdicio alimentario, permitiendo aplicar descuentos de manera más eficiente en productos cercanos a su fecha de caducidad.
Otra ventaja destacada es su capacidad para respaldar iniciativas medioambientales. Los códigos QR pueden proporcionar instrucciones sobre cómo reciclar materiales como baterías, ropa y residuos de construcción, facilitando el cumplimiento de futuras normativas ecológicas.
Grandes marcas ya están adoptando esta innovación. Coca-Cola, por ejemplo, ha implementado códigos QR en botellas reutilizables en varias regiones de América Latina. Estos códigos permiten rastrear cuántas veces se ha recargado una botella, asegurando que cumpla con la norma de ser reutilizada al menos 25 veces antes de ser desechada.
En el sector retail, cadenas como Tesco y Woolworths han comenzado a experimentar con esta tecnología. Woolworths, en Australia, reportó una reducción del 40 % en el desperdicio alimentario tras optimizar la exposición de productos con fechas de caducidad cercanas.
Sin embargo, el avance de esta tecnología presenta nuevos desafíos. La creciente necesidad de almacenamiento en la nube para gestionar los datos adicionales de los códigos QR podría incrementar el consumo energético, ampliando la huella de carbono. Aun así, los expertos consideran que los beneficios superan los obstáculos y que esta transición es esencial para modernizar el sector.
La implementación del código QR no solo representa un cambio tecnológico, sino también una oportunidad para hacer que el consumo y la gestión de productos sean más sostenibles e informados, preparando al retail global para los desafíos del futuro.