OpenAI ha dado un giro estratégico inesperado al firmar un acuerdo con Google Cloud para acceder a su infraestructura de cómputo, una decisión que podría recalibrar su ya compleja relación con Microsoft, su principal socio e inversionista.
Según informó Reuters, el acuerdo con Google permitirá a OpenAI entrenar y ejecutar sus modelos de inteligencia artificial en los potentes servidores del gigante de Mountain View. Aunque no se han revelado los términos concretos ni existe confirmación oficial por parte de ninguna de las compañías, fuentes cercanas señalan que el convenio se cerró semanas atrás.
Este movimiento ha despertado múltiples interpretaciones. Microsoft, que ha invertido miles de millones en OpenAI y provee acceso a su nube Azure, podría considerar esta decisión como un paso hacia la independencia tecnológica por parte de la empresa dirigida por Sam Altman. No obstante, la situación parece ser más compleja.
A finales de 2023, tras el polémico despido y posterior regreso de Altman, Microsoft comenzó a tomar distancia, preocupada por la gobernanza y estabilidad de OpenAI. Como parte de esta estrategia, contrató al cofundador de DeepMind, Mustafa Suleyman, como nuevo jefe de su división de IA, marcando el inicio de una etapa de tensiones crecientes.
Informes recientes también han señalado fricciones internas entre ambas compañías, especialmente en cuanto al acceso a los modelos de IA. Microsoft habría expresado malestar por las limitaciones impuestas por OpenAI, mientras que desde la startup se argumentaba que la falta de recursos de cómputo era una barrera clave para avanzar hacia una inteligencia artificial general.
A pesar de la aparente contradicción, este nuevo acuerdo no necesariamente representa una ruptura definitiva con Microsoft. Fuentes citadas por The Information indican que la tecnológica de Redmond permitió previamente que OpenAI colaborara con Oracle, usando su infraestructura con software de Microsoft, lo que sugiere una apertura a acuerdos complementarios en beneficio de la escalabilidad.
Por ahora, el verdadero alcance del acuerdo con Google es incierto, pero algunos analistas señalan que la principal beneficiada podría ser la división de Google Cloud, que se asegura un cliente de alto perfil y consumo intensivo. La incógnita es si esta colaboración derivará en una relación más profunda o si se trata de una solución táctica en un momento de alta demanda de capacidad computacional.
Lo que queda claro es que el panorama de alianzas en la industria de la inteligencia artificial está lejos de ser estático. En un entorno donde la infraestructura es tan estratégica como los algoritmos, OpenAI parece estar diversificando sus apoyos para no depender de un solo proveedor… aunque ese proveedor sea Microsoft.