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¿Qué son los impuestos indirectos?

Los impuestos indirectos representan a uno de los principales recursos que utiliza el Estado para poder financiarse.

Cuando se habla de impuestos, por lo general la mayoría de las personas piensa en los impuestos que se pagan de forma directa, es decir, en aquellos impuestos que están asociados a una persona física o jurídica y que se calculan en función de los ingresos generados en un determinado periodo de tiempo. Sin embargo, los ciudadanos no contribuyen únicamente al Estado de bienestar con este tipo de impuestos directos.

Hay más tipos de impuestos a los que las personas se exponen diariamente, y que en muchos casos son totalmente desconocidos por la población. Estos reciben el nombre de Impuestos Indirectos, y reúnen a todos aquellos tipos de tributos que el contribuyente tiene que pagar a diario, ya sea mediante la compra de un producto o la adquisición de un determinado servicio que hay disponible en el mercado.

Una forma diferente de aportar dinero al sistema, que sin duda alguna sirve de gran ayuda para llenar de recursos las arcas de la administración pública. Estos Impuestos Indirectos diarios están presentes en el día a día de todos los ciudadanos de la Unión Europea (y en este caso de España), y se corresponden con las tasas que se pagan por la compra o adquisición de un bien o actividad (producto).

Algunos expertos denominan a estos como Impuestos recurrentes, puesto que en muchos casos estos han sido generados con el paso del tiempo, como una medida alternativa con la que obtener mayor recaudación para el Estado.

 ¿Para qué sirven los impuestos indirectos?

Todos los impuestos generados por la administración central de un Estado tienen como objetivo primordial aumentar la bolsa de recaudación. Es decir, obtener mayores ingresos con los que poder hacer frente a las distintas partidas que forman parte de una sociedad moderna y desarrollada.

Los servicios sociales, las infraestructuras públicas y en general, todos los servicios y mecanismos que pertenecen al Estado tienen que ser sufragados de algún modo concreto, por lo que las agencias tributarias o de recaudación de impuestos ponen en marcha diferentes métodos con los que poder pagar este tipo de gastos.

Métodos que se ven reflejados en forma de impuestos, y que existen cómo medida necesaria para hacer frente a los costes sociales producidos al consumir una serie de bienes o servicios. Se puede decir por tanto, que el contribuyente o ciudadano en cuestión está obligado a pagar este tipo de impuestos indirectos para contribuir al Estado de bienestar.

 Tipos de impuestos indirectos

En nuestro país existen diferentes tipos de impuestos directos e indirectos, pero a continuación vamos a situar el foco de atención sobre los impuestos indirectos. Aquellos impuestos que no afectan a la posesión de bienes o servicios, sino más bien a la compra y adquisición de ellos. Entre los impuestos indirectos se pueden distinguir tres grandes tipos (en España): el IVA, el IVA reducido y el IVA superreducido.

El primer de ellos recibe el nombre de Impuesto sobre el Valor agregado (IVA), y es considerado el impuesto principal, ya que a partir de este se desgranan los dos siguientes. Un impuesto que se abona en el momento exacto de la adquisición de un bien o servicio, y que por lo general se traduce en un 21% del valor total del producto.  Un tipo de impuesto que afecta tanto a la reparación de un electrodoméstico, como a la compra de prendas de vestir o artículos deportivos.

El IVA reducido es un impuesto menor que tiene su base en el IVA general, y que corresponde al 10% del valor total del producto. Un tipo de impuesto que se aplica en ciertos bienes y servicios básicos para la supervivencia de las personas, como es el caso de los medicamentos, los artículos de farmacia, las viviendas, los transportes (tren, autobús, avión…), la limpieza de las calles o la adquisición de cierta comida y bebida (agua).

Por último, el IVA superreducido representa a un tipo de impuesto muy bajo que corresponde al 4% del valor total de los bienes o servicios adquiridos. En este caso, este tipo de impuesto está dirigido a alimentos básicos, bienes culturales como la prensa, los libros o el material escolar, y a productos que tienen que ver con la salud como las prótesis o los vehículos adaptados a personas con discapacidad.

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