Saltan las alarmas respecto a Shein. Un informe de Greenpeace, liderado por Greenpeace Alemania, revela que «la marca de moda ultrarrápida Shein tiene un modelo de negocios basado en químicos peligrosos y destrucción ambiental». A través de un comunicado, la ONG ha denunciado que la ropa del gigante textil chino tiene sustancias tóxicas en el 96% de sus productos. Una conclusión a la que ha llegado después de adquirir más de una cuarentena de prendas de Shein en algunos de los países en los que opera y analizar su composición química en un laboratorio independiente, según detallan en el documento difundido.
En concreto, adquirieron 42 artículos de las páginas web de Shein en Austria, Alemania, Italia, España y Suiza y cinco artículos de una pop-up (que se establecen solo varios días) en Múnich (Alemania). Los resultados, según el informe, «evidencian la despreocupación de la compañía por la salud humana y los riesgos medioambientales asociados».
Los análisis muestran que «Shein incumple la normativa medioambiental marcada por la Unión Europea sobre sustancias químicas, poniendo así en peligro la salud de los consumidores y del personal de los proveedores que fabrican los productos», además de «contaminar el planeta». La compañía, asegura Greenpeace, «está incumpliendo el Reglamento REACH«.
En este sentido, desde la ONG, destacan que «Shein ha copiado el modelo impuesto por la industria de la moda de tal manera que, si una marca tarda unos tres meses desde que planifica una prenda hasta que la saca al mercado, esta compañía ha acortado el proceso a tan solo tres o siete días, por delante de su competidor más cercano, Zara, que tarda de dos a tres semanas». «Un top a cinco euros, unos leggins a seis o un vestido de novia a ocho… Estas aparentes gangas contaminan el planeta, esclavizan a las personas y tienen productos tóxicos», reiteran.
5 productos superaban los límites de concentración de sustancias químicas en más de un 100%
De los 47 productos analizados, según el informe, encontraron que siete contenían sustancias químicas peligrosas que superaban los límites reglamentarios establecidos y que cinco superaban los límites en un 100% o más, es decir, que sobrepasan el tope máximo.
Además, un total de 15 artículos presentaba niveles preocupantes. La ONG habla de «níquel en unas botas de tacón, de formaldehído en el tutú de un vestido para menores o de níquel en una cazadora o de cromo, en otros productos». «Sustancias que persisten en el medio ambiente, es decir no se descomponen, que se bioacumulan o que están presentes cerca de niveles no seguros», asevera Greenpeace.
Por todo ello, «Greenpeace pide a la UE que haga cumplir sus leyes sobre productos químicos peligrosos, que son un requisito básico para lograr una economía textil circular y el fin de la moda rápida, como se establece en la propia Estrategia Textil de la UE», declara Celia Ojeda, responsable de biodiversidad de la ONG.
Ante estas acusaciones, fuentes de Shein aclaran al periódico alemán Der Spiegel, que «la empresa se toma muy en serio la seguridad de sus productos». «Los proveedores deben cumplir con los estándares, incluido el reglamento europeo REACH. El año pasado, se llevaron a cabo 300.000 pruebas de seguridad química con las agencias de pruebas. Si un producto no cumple con los estándares, se toman las medidas de seguimiento apropiadas con el proveedor del producto», explican al medio alemán. «Podemos confirmar que hemos eliminado de inmediato los productos mencionados en espera del resultado de la investigación», aseguran desde Shein.
En los dos últimos años, especialmente desde el inicio de la pandemia, Shein ha ido ganando peso y presencia en los mercados occidentales como una de las apps para comprar ropa más utilizadas. Su uso de técnicas de gamificación para mantener a sus usuarios pendientes de la aplicación y su efectiva campaña de comunicación en redes sociales han hecho que sus estadísticas de descargas se hayan multiplicado. Sin embargo, la empresa china ha sido criticada de forma constante debido, entre otras acusaciones, a la falta de transparencia.