El otro día discutí con Mari a raíz de un trabajo para una de nuestras cuentas. Se trataba de una acción de marketing; en concreto de unas galletas para promocionar un nuevo podcast que una vez sacadas del horno se enviarían a sus respectivos clientes. Varios presupuestos y propuestas después nos decantábamos por una opción que, visualmente, pudiera parecer menos atractiva, con claras imperfecciones, no totalmente centrada, incluso con diferentes dimensiones. «Me da mucha pena, pero está claro que esta la descartamos, ¿no?» Dijo Mari. Tras reflexionar un segundo dije, «No. Esta será la elección». «Precisamente porque es como el amor, y esta es una acción que lleva mucho amor detrás. Y el amor es así, perfecto por su perfecta imperfección». La diferencia entre esta galleta y el resto, todas perfectas, milimétricamente idénticas, logos centrados, etc., era la forma de hacerlas: manualmente

Traté de recordar entonces la última vez que compré algo hecho de forma artesanal (arte + sano). Y sinceramente, no lo recuerdo. ¿Lo recuerdan ustedes? Algún afortunad@ habrá. La automatización, la producción en serie, el abaratamiento de los costes, la economía de escala, etc., se han convertido hoy en el santosactórum socioeconómico. 

Resulta curioso pensar que esta producción más industrializada era la brillante respuesta a una necesidad de emplear mano de obra de forma más masiva; claro que no se contó con la descentralización, primero, y después con la automatización. El papel de la mano de obra humana en la cadena de valor se ha ido diluyendo, girando de especialistas en el trabajo manual, a especialistas en un ‘laburo’ de carácter más sofisticado (valga esta palabra si nos queremos auto-engañar), más computerifisticados, acorde con los “Tiempos Modernos”; los nuestros, no los de Sir Charles Chaplin. 

Creo que este hecho también nos ha dotado de cierta condescendencia por el resultado de las cosas: mejor hecho, que hecho mejor. La velocidad a la que gira nuestra vida no permite cabida a especialistas, y mientras tanto, el último zapatero, ajorradero, vidriero, alarifero, buhonero, cambista o calderero se convierten en palabras en desuso de nuestro diccionario. 

Para terminar y volviendo a Charles Chaplin, quizás sea hora de sentarse y volver a echarle un vistazo a una de sus obras más aclamadas, “La Quimera del Oro”, film del que el propio Charlot dijo ser la obra con la que quería ser recordado. Y ya échenle cuentas. 

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

ÚLTIMOS POSTS

Scroll al inicio
Email:*
Nombre:*
Apellidos:*
Empresa:*
Cargo:
Sector:
Teléfono:
Dirección postal:

Rellenar si se quiere recibir la revista física.
Acepto recibir la newsletter y comunicaciones de Ecommerce News conforme a la Política de Privacidad:
Acepto recibir comunicaciones comerciales de terceros:
Resumen de privacidad

Las cookies y otras tecnologías similares son una parte esencial de cómo funciona nuestra web. El objetivo principal de las cookies es que tu experiencia de navegación sea más cómoda y eficiente y poder mejorar nuestros servicios y la propia web. Aquí podrás obtener toda la información sobre las cookies que utilizamos y podrás activar y/o desactivar las mismas de acuerdo con tus preferencias, salvo aquellas Cookies que son estrictamente necesarias para el funcionamiento de la web de eCommerce News. Ten en cuenta que el bloqueo de algunas cookies puede afectar tu experiencia en la web y el funcionamiento de la misma. Al pulsar “Guardar cambios”, se guardará la selección de cookies que has realizado. Si no has seleccionado ninguna opción, pulsar este botón equivaldrá a rechazar todas las cookies. Para más información puedes visitar nuestra Políticas de Cookies. Podrás cambiar en cualquier momento tus preferencias de cookies pinchando en el enlace “Preferencias de cookies” situado en la parte inferior de nuestra web.