Pompeii es el resultado de una visión de empresa diferente. Una compañía que ha puesto el foco en lo intangible y que ha generado ruido invirtiendo 0 euros en marketing. Una compañía que, según afirma su co-fundador, Jaime Garrastazu, combina juventud, experiencia, talento y mucho trabajo.
Garrastazu y sus tres socios cursaban tercero de carrera cuando se les ocurrió crear esta compañía dedicada a la venta de calzados. El perfil de los socios, lejos del mundo textil, es de ingeniería y ADE y según afirma Garrastazu, la decisión de convertir la idea en realidad fue “una decisión de niños”. Pero una decisión, sin duda, acertada.
Aunque el proyecto empezó a rodar en mayo de 2014 fue el año pasado cuando decidieron que había que apostar fuerte y los primeros meses del negocio se basaron en pop ups y convocatorias mediante las redes sociales, convirtiendo lo que para otros en un simple canal de marketing en su principal canal de venta.
A la vista del éxito del sistema, crearon una web que se caracterizó porque abría sólo tres días al mes, dándole exclusividad al producto.
La compañía ha ido evolucionando hasta convertirse en un pure player online que, con una inversión inicial de 18.000 euros, el año pasado alcanzó unas ventas de más de 500.000 euros y que proyecta 2 millones para este 2016. “Es un sueño. Nunca habríamos imaginado llegar hasta aquí en tan poco tiempo”, afirma Garrastazu.
De cara al futuro, esperan vender de forma recurrente en Alemania, Francia e Inglaterra para finales de este año, y proyectan unas ventas de 100 millones de euros para 2020, un objetivo ambicioso, acepta el co-fundador, pero posible de conseguir. “Queremos llegar a ser el próximo Inditex online”, declara.
Destrozando mitos
La visión de la compañía se basa en ver la empresa como herramienta para llegar a la gente y el co-fundador subraya que “el poder de los comercios del futuro está en ser capaces de conectar con la gente y a cada uno como se debe”. Además viven la transformación digital como una transformación cultural, ya que defienden que internet ha revolucionado el mercado, pero más allá de los ratios de conversión o procesos logísticos, “internet impacta en las personas”, un hecho que muchas compañías aún no han entendido. Así, y siguiendo con su línea de hacer las cosas de otra manera, han renombrado el departamento de atención al cliente bautizándolo como “Happyness”. Garrastazu argumenta que cuando un cliente quiere devolver algo, debería atenderle una persona, y no “un robot que le pase con el 0 o con el 1”. Desde la compañía sostienen que con la transformación cultural que está viviendo la sociedad, es cuestión de tiempo que lo clientes pidan este tipo de características.
Detrás de esta cultura empresarial se encuentra, entre otros factores, el poco presupuesto del que disponían en sus inicios. Todas sus acciones de marketing -en las que han invertido 0€- se han decidido en base a tres preguntas: ¿conectaremos con la gente? ¿Cómo lo haríamos si no tuviéramos dinero? ¿ Es una opción diferencial?
De hecho, una de sus campañas de marketing se basó en regalar un par de zapatillas por minuto durante una hora; acción que empresarios con experiencia no entenderán pero que desde la compañía afirman que “son cosas que a largo plazo enganchan al usuario”.