La firma madrileña We Are Knitters, fundada en 2011 por Pepita Marín y Alberto Bravo, ha sido adquirida por Caracas Lab por un total de 914.013 euros, tras acogerse a finales de mayo al procedimiento de prepack concursal. Esta modalidad permite preparar la venta de la compañía antes de entrar formalmente en concurso de acreedores, con el objetivo de preservar el valor del negocio y asegurar su viabilidad futura.
Según ha adelantado El Español, Caracas Lab —especializada en el desarrollo de marcas digitales y en la reactivación de proyectos direct-to-consumer (D2C)— ha presentado la oferta ganadora, que incluye el pago de 120.000 euros en efectivo, la asunción de 88.518,96 euros en pasivo laboral y la aceptación de deudas con proveedores estratégicos por valor de 705.495 euros.
La propuesta también contempla la subrogación de 11 de los 14 contratos laborales vigentes (el 76% de la plantilla), el mantenimiento de la actividad durante al menos dos años y un compromiso de inversión para el desarrollo de la compañía, incluyendo posibles aportaciones adicionales de capital.
La operación aún debe ser ratificada por el Juzgado Mercantil nº2 de Madrid, que deberá dictar el auto de aprobación en los próximos días.
Una venta tras años de deterioro económico
La compañía recibió un total de cuatro ofertas adicionales procedentes de los grupos textiles Limapekin y Taberner, así como de la gestora de fondos Mago Equity. La firma legal Abencys, encargada del proceso, seleccionó la propuesta de Caracas Lab por ser la que mejor garantizaba tanto la continuidad del empleo como el pago a proveedores.
We Are Knitters alcanzó notoriedad durante la pandemia, cuando el auge del do it yourself (DIY) impulsó la venta de kits de tejido y ovillos de lana a través de su tienda online. Operaba en más de 15 países y en 2021 abrió una filial en Estados Unidos. Un año antes, la compañía alcanzó su récord de facturación con 14,9 millones de euros y obtuvo unos beneficios de 1,61 millones.
Sin embargo, en los últimos ejercicios su situación financiera se deterioró de forma progresiva. La empresa acumulaba pérdidas de 1,65 millones y en 2024 quedó expuesta al riesgo de disolución, según alertó el auditor EY. Para evitarlo, recurrió a préstamos participativos por parte de socios y a una subvención no reembolsable de 200.000 euros de la Comunidad de Madrid. También ejecutó una ampliación de capital con la participación del empresario Higini Cierco, expropietario de Banca Privada de Andorra (BPA), según compartió El Confidencial.
Pese a estas medidas, el deterioro patrimonial no logró revertirse y la compañía optó por presentar un concurso voluntario de acreedores bajo la fórmula del prepack. Ahora, se abre a una nueva etapa para la que un día fue considerada «la reina de las lanas», que buscará recuperar el pulso bajo el paraguas de un grupo especializado en la reactivación de marcas digitales.