Por todos es conocido el cuento de Alí Babá y los 40 ladrones, ese personaje de ficción que aparecía en una de las narraciones de Las Mil y Una Noches, obra literaria en la que se inspiró hace casi ya dos décadas Jack Ma (fundador de Alibaba, el marketplace) para dar un naming a un modelo de negocio que precisamente propone lo mismo que el cuento: a través de una contraseña, entrar en una cueva en la que hay miles de tesoros al alcance de la mano.
El próximo tesoro en el que trabaja la compañía china es el de construir un vehículo inteligente (smart-car, como Google y dicen las malas lenguas que Apple experimentan) que permita a sus conductores hacer compras online, así como disfrutar de diversos servicios a golpe de… volante.
El vehículo va a ser producido en colaboración con el concesionario de automóviles chino SAIC, un proyecto en el que Alibaba ha puesto sobre la mesa una inversión de 1.000 millones de yuanes (aprox. 150 millones de euros). El proyecto, denominado, ‘InternetCar‘ permitirá a sus ocupantes realizar compras online desde el navegador incorporado en la consola del vehículo (desde programar un repostaje, una reserva de restaurante o un hotel en el camino, a descargar películas, periódicos o música para reproducir en el mismo utilitario).
Es decir, lo que ya sabemos… pero a lo chino.
La visión de quienes se encargan de este tipo de proyectos es, a largo plazo, conseguir coches que puedan conducir solos (modo piloto automático), mientras los pasajeros pueden disfrutar de todos estos servicios. Sin duda, la gran revolución del consumo de contenido en internet que está a la vuelta de la esquina, como ya se pudo apreciar, con pequeñas muescas, en la pasada edición del Mobile World Congress de Barcelona.
A modo de reflexión. Esto mismo ocurrió hace unos años con la industria de la telefónica móvil. Antes, los móviles (al igual que los coches) cuanto más durasen mejor… más orgullosos nos sentíamos de ellos. Pero tras el iPhone la industria cambió y es raro el año en que no deseemos cambiar de terminal. ¿Podría ocurrir lo mismo con los automóviles y que «estar al día» nos obligue a cambiar más asiduamente de vehículo?