Libelista, la respuesta de las librerías contra los gigantes del comercio online

La época de salir la calle y recorrer las librerías en busca del libro perfecto parece que se ha acabado. Tan solo durante la celebración de las tradicionales Ferias del Libro la gente se anima a pasear entre las páginas de miles de historias que todavía están por contar, aunque siguen siendo muy pocas las que terminan finalmente efectuando una compra. Quién le iba a decir a los grandes  nombres de la literatura que obras tan icónicas como El jugadorescrita para pagar las deudas precisamente de su escritor, Fiodor Dostoievski, Anna Karénina de Tolstoi u Orgullo y prejuicio de la romántica Jane Austen iban a venderse ya no solo en papel sino a través de la tecnología online.

La tecnología no espera por nadie, ni siquiera por los libros. La primera revolución que sufrió este sector fue la llegada del tan temido por unos y tan amado por otros libro digital. En un primer momento se pensó que el libro electrónico provocaría la muerte del libro en papel. De hecho, una amplia encuesta difundida en la Feria de Fráncfort en el año 2008 aseguraba que en 2018 el libro digital adelantaría al físico. Sin embargo, no parece que esto vaya a suceder realmente. The New York Times publicó recientemente un reportaje en el que plasmaba el «declive» del libro digital. El cierre en septiembre de 2015 tras tres años en funcionamiento de Oyster, compañía que ofrecía una tarifa fija de lectura de libros en dispositivos móviles por US$9.95 al mes, fue interpretado como otro signo de decadencia de lo que algún día se consideró como el futuro. Este cierre llegó tan solo un año después de que Sony, una de las grandes compañías tecnológicas a nivel mundial, decidiera dejar de fabricar e-readers debido a los bajos ingresos conseguidos con sus ventas.

El libro electrónico no llegó a desbancar al libro papel pero quien sí parece que ha conseguido modificar por completo su ecosistema es el comercio electrónico. Desde hace unos años a esta parte, el volumen de facturación de libros, tanto en papel como digitales, ha aumentado en detrimento de las compras en tiendas físicas. Un volumen de negocio que acaparan los gigantes del eCommerce como Amazon o grandes cadenas de librerías como Casa del Libro, dejando a las librerías más pequeñas e independientes en una situación de lo más delicada que ha dado pie a la creación de Libelista.

Puesta en marcha hace menos de un año (en diciembre celebrarán su primer aniversario), Libelista es una plataforma que reúne a más de 140 librerías de todo el territorio nacional, aunque la mayor parte de ellas se encuentra en Cataluña. Esto se debe a que Libelista nació a partir de la plataforma Liberdrac que el Gremio de Libreros de Cataluña puso en marcha en 2012 con el objetivo de ofrecer una respuesta común al mercado del libro digital. El proyecto dio un giro y ahora se ha convertido en una plataforma que ofrece la venta online tanto de libros en papel como digitales de todas las librerías que forman parte de Libelista.

El funcionamiento de la página, disponible tanto en castellano como en catalán, difiere un poco del tradicional sistema de comercio online. El usuario puede adquirir cualquier libro en formato digital o papel, siendo esta última opción la que permite envío a casa con unos gastos de envío que rondan los 4 euros. En el momento de efectuar la compra el usuario debe escoger una librería, en la que puede recoger el libro de forma presencial en caso de que así lo desee, y que será la que se lleve la comisión de la venta. La plataforma también espera crear contenido relacionado con los libros y ponerlo a disposición de sus clientes a través de su revista digital, ofreciendo así un plus añadido que no se puede encontrar en otras plataformas como Amazon, por ejemplo.

Libelista busca a través de la colaboración entre librerías y el trabajo en equipo asegurar la supervivencia de las librerías independientes, y por el momento parece que no les va nada mal. Las cifras todavía no son meteóricas pero desde luego tampoco son nada desdeñables: más de 1.500 ventas con un total de facturación que ronda los 30.000 euros. Con la ayuda de un préstamo participativo del ICF (Institut Català de Finances) y el aval del ICEC (Institut Català de les Empreses Culturals), el proyecto espera madurar y consolidarse en los próximos tres años.

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