Luis del Ser, Co-fundador de Movilok
Los beacons actúan de forma parecida a los faros o las balizas luminosas. Están ligados a un punto físico y utilizan tecnología Bluetooth de Baja Energía (BLE) para transmitir de forma repetida una señal a modo de anuncio. El anuncio contiene un identificador único para cada dispositivo junto con alguna información adicional y tiene un alcance máximo de varias decenas de metros.
Dentro del mensaje de anuncio, el identificador del dispositivo emisor puede tener distintos formatos y esto es lo que hace que existan varios tipos de beacons con nombres (y protocolos) distintos, como iBeacon de Apple, o Eddystone de Google entre otros.
Los dispositivos BLE consumen muy poca energía. Esto permite construir pequeños dispositivos beacons de bajo coste, alimentados con baterías y que están en funcionamiento sin ningún mantenimiento y repitiendo el anuncio durante tres o cuatro años. También es posible configurar cualquier ordenador con bluetooth para que actúe como un emisor de beacons.
Cualquier dispositivo que incluya tecnología BLE, como los móviles, puede escuchar el anuncio, leer el mensaje y realizar alguna acción específica a partir de él como pedir información adicional o calcular la distancia del móvil con respecto del beacon. Esto permite proporcionar información del contexto en el que se encuentra el usuario del móvil conectando el mundo online con el físico. Todo ello con una tecnología sencilla y en la que no se realiza ninguna conexión entre el móvil y el beacon.
Apple, con iBeacon, fue el primero en 2013 en presentar y utilizar esta tecnología en sus puntos de venta como una forma de lanzar acciones de marketing ligadas a la localización de un punto de interés o un producto concreto. Una aplicación móvil de un establecimiento puede incorporar la recepción de beacons situados en ese local y desencadenar acciones asociadas: de información, de marketing.
Aproximadamente un año más tarde Google amplió el concepto inicial de ‘beacon’ al promover un formato de señal de anuncio más abierto, denominado ‘eddystone’. En estos ‘beacons eddystone’, la información difundida por cada baliza incluye una URL. Este pequeño detalle supone una gran diferencia debido a que los navegadores móviles manejan directamente URLs. Para completar el proceso, Google habilitó la recepción de este tipo de beacons en su navegador Chrome, primero en su versión iOS (los beacons aparecían en la Today View del iPhone) y luego en Android.
Frente al concepto de los ‘iBeacon’ de Apple, con los beacons ‘Eddystone’ de Google ya no era necesario tener aplicaciones específicas para ver la información asociada a los beacon.
Esta forma de extender la información contenida en la señal de los beacon permitía también ampliar la interpretación y finalidad del mensaje que difunden: ya no tiene porqué quedarse en una información relevante desde el punto de vista de marketing y comercial sino que la URL de un ‘beacon eddystone’ puede representar el punto de interacción con los objetos físicos de nuestro entorno para comunicarse con ellos y gestionarlos. De esta forma y según palabras de Google, todo nuestro entorno físico pasa a estar a un ‘click de nuestro navegador’ en lo que denomina ‘Web Física’ (Physical Web).
Los beacons ya no eran únicamente información de marketing sino que podían ser el enlace con el mundo físico: conectarse a un dispositivo, abrir una puerta, enviar información,…
En Android, Google dio un paso adicional, al incorporar directamente en el sistema operativo del teléfono un servicio mediador (un proxy) denominado ‘Notificaciones Cercanas’ (Nearby Notifications) que actuaba de puente entre los beacons y la barra de notificaciones de Android. De esta forma el papel de receptor de beacons ya no necesita estar en el navegador sino que es una funcionalidad incluida en el sistema operativo. Al hacerlo así los beacons se ponen a disposición de cualquiera app o navegador del móvil que sepa interpretar una URL.
La gran ventaja de este servicio mediador es que permite tener un punto centralizado en el que gestionar de forma masiva una red de beacons (las urls y sus acciones sobre el mundo físico). La misión de este mediador es también la de moderar y filtrar el número de notificaciones que le aparecen al usuario y que proceden de los beacons del mundo físico. Todo ello con el fin de no abrumar al usuario y que los contenidos que llegan al móvil sean los realmente significativos.
Hacia finales de 2016 esta nueva forma de utilizar los beacons ya estaba desplegada y operativa, y era posible construir productos y soluciones completamente operativas que permitían enlazar nuestros móviles con el mundo físico mediante beacons; y todo ello sin la necesidad de instalar ninguna aplicación en el móvil.
Aunque en aquel momento se pronosticaba un boom de soluciones basadas en Web Física, esto nunca ha llegado a producirse y de hecho Google ya ha retirado el servicio de ‘Notificaciones Cercanas’. Esto significa que ya no hay un camino directo entre los beacons ‘eddystone’ y el navegador.
Los motivos de su desaparición no han sido tecnológicos ni operativos, porque eran una solución sencilla de desplegar, de gestionar y tenían un funcionamiento correcto. Tampoco se ha debido a su forma de uso, que no es complicada para el usuario y se integra perfectamente en la experiencia de uso actual. El motivo final ha sido que no se ha conseguido transmitir de forma efectiva a los usuarios la utilidad que podía llegar a tener.
En la aproximación utilizada en la Web Física los beacons aparecen como notificaciones en nuestro móvil y esto permite que se integre en la experiencia de uso habitual. Pero, en mi opinión, las notificaciones siguen siendo un área que no está bien resuelta en nuestros móviles. Han pasado a ser otra bandeja de entrada de contenidos, como la del correo, y está sujeta a sus mismos problemas: los contenidos irrelevantes se mezclan con información interesante y todo se hace indistinguible. Esto se traduce en que la acción más frecuente de la barra de notificaciones del móvil sigue siendo la de ‘borrar todas’.
Sin embargo no ha sido el exceso de notificaciones irrelevantes , el spam, lo que parece que ha originado la desaparición de la Web Física sino el exceso de moderación y filtrado para no molestar al usuario con excesivas notificaciones. Esa labor de filtrado era parte de la misión del servicio de ‘Notificaciones Cercanas’ del sistema operativo Android. En lugar de reenviar constantemente notificaciones a todos los móviles del entorno, este servicio tenía en cuenta qué volumen de notificaciones eran aceptadas y cuáles rechazadas.
Por ejemplo, supongamos un beacon de la Web Física situado en la puerta de un garaje que permite abrir la puerta de acceso. Inicialmente la Web Física presenta notificaciones a todos los móviles en proximidad, pero con el tiempo, únicamente actuarán sobre la notificación aquellos que quieren abrir la puerta; el resto de personas que pasa por la calle y reciben la notificación la ignorarán. Como el porcentaje de los no interesados es mucho mayor que los usuarios interesados, al cabo de un tiempo el servicio de Notificaciones Cercanas entiende que no hay interés y deja de enviar notificaciones a los móviles. En definitiva, el servicio de apertura de puerta por anuncio de un beacon deja de estar disponible al cabo de un tiempo.
Es difícil mantener ese equilibrio entre significarse lo suficiente a un usuario para que entienda que algo puede serle útil y hacerlo demasiado de forma que lo rechace por irrelevante o accesorio.
Los beacons (tanto iBeacon como Eddystone) no han desaparecido. Permanecen y crecen aunque de forma menos espectacular de lo esperado y, de nuevo, requiriendo pasar por la instalación de una aplicación móvil para poder escucharlos. Esa oportunidad en la que podrían llegar a ser algo más que un anuncio para ser un puente hacia nuestro entorno físico conectado de Internet de las Cosas o de Ciudades Digitales sin necesidad de aplicaciones, no está por ahora disponible.
El enfoque de la Web Física no está del todo perdido porque la tecnología móvil continúa evolucionando y hay conexiones entre los navegadores y la tecnología Bluetooth (sobre la que se construyen los beacons) que está en vías de estandarización. Hay también otras tecnologías que también tienen la capacidad de actuar como puente con el mundo físico y que están presentes de forma cada vez más universal en nuestros móviles sin necesidad de aplicación, como los QR o más recientemente la lectura de tags NFC.
Como ocurre otras muchas veces, el problema de la generalización en el uso no está relacionado únicamente con aspectos técnicos o con la usabilidad. Es mucho más difícil superar esa barrera de resistencia que hace que las personas no identifiquemos lo útil aunque lo sea y que seguramente está generada por experiencias pasadas malas o poco consistentes y que tomamos como referencia.